miércoles, 12 de julio de 2017

TRIATLON BANSANDER

25 de junio.

Hasta Santander, en una soleada mañana, nos desplazamos Vili, Parra y yo para disputar este triatlón cuyas medidas son cortas y raras. Se supone que 500 metros de nado, 13 de bicicleta y 2,7 de correr. Un calentón.

A última hora el recorrido a nado lo cambian. Colocan una boya a 100 metros de la orilla en la cual hay que girar, volver a tierra, rodear a dos jueces y volver hacia la boya nadando para hacer otra vuelta. Una australiana.
Claro, el problema es cuando en el agua colocan una sola boya, que los que van se cruzan con los que vuelven y eso supone un riesgo de que haya triatletas que choquen entre ellos. Así que una razón más para nadar abierto.
A la izquierda, sin gorro


Ya los preparativos fueron un desastre, por megafonía avisaron que alguien había perdido las gafas de nadar. Ese alguien era yo. Luego, yendo hacia la playa me di cuenta de que no había colocado las zapatillas de la bici. Vuelta para atrás. Y ya en la orilla me di cuenta de que los tapones los había dejado en la mochila. Genial.


El sector a nado normalito, no lo hago mal.
En bici había que dar seis (sí, seis, así que no pierdas la cuenta) al paseo del Parque del Palacio de la Magdalena que constaba de un breve llaneo, una cuesta cuya parte final era muy dura de unos 150 metros y una posterior bajada.



Y por último dar un par de vueltas llanas corriendo por los alrededores.


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